Moldes y manufacturabilidad digital: decidir bien antes de invertir en herramental

En el mundo de la manufactura, pocas decisiones son tan costosas como la de construir un molde. Fabricar el herramental para inyectar plástico, fundir metal o estampar piezas implica inversiones altas y, en muchos casos, prácticamente irreversibles. Una vez que el molde está hecho, cualquier cambio de diseño requiere nuevas herramientas, con tiempos de entrega prolongados y presupuestos que pueden multiplicarse.

Durante años, esa fue la regla: esperar hasta que el diseño estuviera “cerrado” para recién entonces invertir en moldes. El riesgo era evidente: si algo se escapaba en la etapa de validación, la corrección llegaba tarde y con un costo enorme.

La digitalización ofrece una salida a este dilema. Hoy es posible evaluar la manufacturabilidad de un diseño antes de invertir en el herramental, utilizando herramientas de simulación y análisis que reproducen el comportamiento de un molde sin necesidad de fabricarlo. Se puede anticipar si una pieza tendrá problemas de llenado, si quedarán atrapadas burbujas de aire, si el enfriamiento será uniforme o si habrá tensiones internas que comprometan su resistencia.

Este enfoque no solo reduce el riesgo financiero: también abre un margen más amplio para la creatividad. Los diseñadores pueden proponer soluciones más audaces, sabiendo que las herramientas digitales permitirán detectar a tiempo si son viables para el proceso de moldeo. La innovación deja de estar limitada por el miedo a un error costoso.

Un ejemplo claro surge en la industria de los envases. Cambiar el espesor de una pared para ahorrar material puede parecer una decisión menor, pero en un molde de inyección ese ajuste puede afectar la velocidad de llenado o provocar deformaciones. Con simulaciones digitales, ese impacto se conoce antes de cortar acero, lo que evita desperdicios y asegura un balance óptimo entre ahorro y calidad.

En definitiva, la manufacturabilidad digital transforma la forma en que se toman decisiones críticas. No se trata de eliminar el uso de moldes, sino de garantizar que, cuando llegue el momento de fabricarlos, se haga con la certeza de que el diseño es adecuado. Así, la inversión en herramental deja de ser un salto al vacío y se convierte en un paso calculado dentro de un proceso más seguro y eficiente.

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