Modelos confiables: verificación y validación en la era digital

La digitalización trajo consigo una nueva forma de diseñar y probar productos: los modelos virtuales. Hoy es posible simular el desempeño de una pieza o de un sistema completo mucho antes de que exista físicamente. Sin embargo, esta capacidad abre una pregunta clave: ¿qué tan confiables son esos modelos?

Aquí entran en juego dos conceptos fundamentales: verificación y validación. Aunque suenen similares, cumplen funciones diferentes. La verificación consiste en asegurarse de que el modelo fue construido correctamente, que el software interpreta bien la geometría y que los cálculos se realizan sin errores internos. La validación, en cambio, pregunta algo distinto: si el modelo, más allá de estar bien implementado, refleja con precisión la realidad que se quiere representar.

En otras palabras, la verificación responde a “¿lo modelé bien?”, mientras que la validación se enfoca en “¿modelé lo correcto?”. Una pieza puede estar perfectamente definida en el software y, aun así, fallar en la práctica si no se tuvieron en cuenta factores como la fatiga del material o la interacción con otras piezas en condiciones extremas.

La necesidad de estas comprobaciones se entiende mejor cuando se mira el costo de los errores. Un modelo no verificado puede llevar a decisiones basadas en cálculos equivocados. Un modelo no validado puede dar una falsa sensación de seguridad y terminar en fallas costosas una vez que el producto está en uso. En ambos casos, el impacto se mide en tiempo, dinero y reputación.

Las herramientas digitales reducen drásticamente la necesidad de prototipos físicos, pero esa ventaja solo se materializa si los modelos son confiables. De lo contrario, la simulación se convierte en un espejismo. La práctica de verificar y validar no es un paso burocrático, sino una garantía de que la innovación digital se apoya en cimientos sólidos.

Un ejemplo frecuente es la industria aeroespacial. Los modelos de componentes estructurales de un avión deben pasar por rigurosos procesos de verificación y validación, porque una discrepancia mínima puede poner en riesgo vidas. La simulación permite explorar escenarios que nunca podrían probarse en prototipos reales, pero esa potencia depende por completo de la confianza en los modelos.

En la era digital, la velocidad y la creatividad son esenciales, pero la confiabilidad sigue siendo el factor que distingue a la ingeniería responsable. Verificar y validar modelos no es un freno a la innovación: es el mecanismo que asegura que cada paso adelante sea firme y que cada producto diseñado digitalmente tenga un reflejo fiel en el mundo físico.

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