Interoperabilidad: cuando CAD y CAM empiezan a hablar el mismo idioma
En muchas fábricas, el camino que va del diseño a la producción se parece a un diálogo entre dos personas que no comparten idioma. El diseñador crea un modelo en un software CAD, lleno de detalles y precisión. Luego, ese archivo debe traducirse a un sistema CAM para que las máquinas puedan fabricarlo. En esa traducción, lo que parecía exacto se convierte en aproximación, y aparecen errores, duplicaciones o pérdidas de información.
El problema no se limita a CAD y CAM. También se da entre distintas versiones de un mismo software, entre departamentos que usan herramientas diferentes o incluso entre empresas que forman parte de una cadena de suministro. Cada isla tecnológica genera fricción, y el tiempo que se pierde corrigiendo esas incompatibilidades rara vez se contabiliza, aunque afecta directamente los costos y los plazos de entrega.
La interoperabilidad busca resolver este desafío. Significa que distintos sistemas puedan compartir y usar información en formatos comunes, sin depender de conversiones manuales o recreaciones desde cero. No se trata solo de estandarizar archivos, sino de garantizar que los datos fluyan de manera coherente a través de todo el ciclo de vida del producto.
Cuando la interoperabilidad funciona, el diseño deja de ser un documento aislado y se convierte en un lenguaje compartido. Un cambio en un plano CAD se refleja en las instrucciones de manufactura, en la lista de materiales y en la planificación de la producción sin necesidad de intervenciones adicionales. Los equipos de distintas áreas trabajan con la misma versión de la información y las discusiones se centran en decisiones de diseño o estrategia, no en qué archivo es el correcto.
Un ejemplo sencillo: en la industria automotriz, un pequeño ajuste en el diseño de una pieza puede afectar a proveedores de distintos continentes. Sin interoperabilidad, cada proveedor tendría que rehacer o reinterpretar la información según su propio sistema, multiplicando las chances de error. Con interoperabilidad, el cambio viaja como una actualización consistente que todos pueden aplicar de inmediato, reduciendo tiempos y evitando sorpresas costosas en la línea de montaje.
La interoperabilidad es, en última instancia, una condición para que el hilo digital exista. Sin ella, la información se fragmenta y pierde valor; con ella, se convierte en un activo estratégico que une diseño, manufactura y cadena de suministro en un mismo flujo.
La industria que logra que sus sistemas “hablen el mismo idioma” no solo gana eficiencia: también libera energía creativa. El tiempo antes dedicado a resolver incompatibilidades se transforma en espacio para innovar y mejorar lo que realmente importa: los productos.